09 marzo 2011

El poder de la verdad contra las mentiras del poder

Editorial de Revista Acontecimiento, órgano de expresión del Instituto E. Munier(España) Autor: Luis Ferreiro

Renunciar a la verdad es renunciar a la democracia y permitir privilegios que son incompatibles con ella. Los pueblos que admiten conscientemente permanecer en la ignorancia de la gestión de sus gobiernos se sitúan en la antesala de la tiranía.

Asistimos en estos días a un escándalo que puede ser mucho mayor del que, en su día, produjo el famoso asunto Watergate que derribó al presidente Nixon. El conjunto de las filtraciones de Wikileaks, que están poniendo en evidencia la naturaleza del poder contemporáneo y el papel que juega la mentira y la ocultación de la verdad en su mantenimiento, constituye uno de los acontecimientos más importantes de los últimos tiempos.

Hasta ahora las filtraciones han revelado ciertas vilezas diplomáticas, la presión imperialista norteamericana, a veces rayana en lo mafioso, los correspondientes actos ser viles y actitudes indignas de algunos gobiernos que han cedido a la presión exterior sin escuchar la voz del propio pueblo, entre ellos del nuestro, sin ir más lejos, con implicaciones para los tres poderes del Estado. Sospechábamos que estas falsedades eran moneda corriente, pero ni en sueños se podía pensar que un día fueran desenmascaradas. Ahora comenzamos acreer que lo revelado no es más que la punta del iceberg y deseamos que se sepa toda la verdad.

La tiranía soviética, que sobrevivió gracias a la mentira y a la ocultación, no pudo resistir las políticas de la «Glasnot» —–trasparencia—, que acabaron con el monopolio de la información que detentaba el aparato comunista. Las filtraciones actuales nos demuestran un monopolio abusivo de la información por par te de los poderosos Estados del mundo capitalista, que arroja inquietantes sombras sobre el carácter democrático de sus sistemas políticos. Se comprende la necesidad de cierta discreción y prudencia en los asuntos políticos, pero es incomprensible y reprobable una ocultación sistemática que deja en manos de élites incontroladas la posibilidad de decidir acciones tan graves como una invasión, una guerra, el control de los recursos estratégicos ajenos, o la entrega de grandes cantidades de dinero público a los agentes privados, y con frecuencia corruptos, del sistema financiero.

Las informaciones que vamos conociendo aportan una prueba más, si es que hacía falta, de que estamos gobernados, tanto en los ámbitos nacionales como en los internacionales, desde unas instituciones obsoletas e, incluso, corruptas, que están fuera del control popular y, muy probablemente, controladas por poderes de hecho, pero no de derecho, como son los de carácter económico y financiero, a los cuales la luz les sienta mal.

Para nosotros, todo movimiento que se inscriba en las coordenadas de la verdad, el desinterés y la no violencia va en la dirección correcta. Esto no quiere decir que la revelación de la verdad no traiga inconvenientes e, incluso, males a cor to plazo, pero a la larga será lo mejor y sentará precedentes para que quien quiera abusar del poder, en la confianza de estar a salvo por el secreto, sepa que, tarde o temprano, será descubierto y tendrá que pagar por sus actos.

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